En el presente trabajo nos proponemos componer —recurriendo a la historia oral como método fundamental— narrativas emergentes de experiencias subalternas y cotidianas en tiempos de pandemia al sur del sur. Tales narrativas se co-construyeron en diálogo con cismujeres, feminidades, referentes feministas y del colectivo LGTBIQ+ de la provincia de Chubut.
Ahondar sobre los modos concretos y específicos en los que las desigualdades impactaron en la vida de las personas durante la pandemia, implica un análisis situado de las entrevistas, concebidas como instancias de diálogo intersubjetivo, asumiendo que existe una relación dialéctica entre experiencia y territorialidad.
A partir de ese corpus construido nos planteamos, por un lado, discutir la narrativa hegemónica de la pandemia, en tanto macro relatos construidos en los centros, sean urbanos, académicos o gubernamentales; y al mismo tiempo incluir la emocionalidad y la sensibilidad como parte inescindible de una historia oral feminista.
Quisimos indagar no solamente lo que pasa sino lo que nos pasa en cada experiencia vivida, narrada, escuchada, analizada, entendiendo que narrar la propia experiencia es una forma de autoconocimiento que la organiza y le da una significación personal, pero que estará siempre dentro/ entre, relaciones sociales más amplias. Tales experiencias son decibles y audibles en el marco de ciertos parámetros conceptuales y valorativos (la disponibilidad discursiva y afectiva de cada época y lugar), los mismos que las hacen inteligibles.
Así mismo, reponer la discusión clásica acerca del dualismo razón/emoción —entendiendo a esta última como práctica social y cultural (Ahmed, 2015)— permitió conformar una epistemología (política) que nos proveyó de herramientas más eficaces para comprender el proceso estudiado, advirtiendo la reproducción de esos dualismos al construir los macro- relatos hegemónicos al definir la pandemia como al diseñar las políticas públicas de alcance nacional para afrontarla.
En otro orden, introducir la pregunta por la emocionalidad de las experiencias subjetivas y sociales nos permitió indagar sobre los procesos de politización de lxs sujetxs y conocer sobre los modos del quehacer político feminista en el sur del sur. De modo concomitante, vamos conformando un anarchivo, que, —a diferencia del archivo que se produce desde una pretendida racional neutralidad— procura articular nuevas narrativas horizontales hechas de “retazos de vida que se entrecruzan en una catarsis emocional” (Tomás Marquina, 2021: 1). Es un archivo estallado que incluye “lo raro”, la vergüenza, los traumas, lo in-significante, haciendo transmisibles aspectos de la experiencia humana que no suelen registrarse.
La puesta en diálogo de coordenadas epistemológicas críticas con las narrativas que fueron analizadas en este trabajo nos posibilitó subvertir con emocionalidad los academicismos y androcentrismos del campo de la producción de conocimientos, reconociendo a las experiencias emocionales y corporizadas, como parte fundamental en la construcción de saberes. Así, nos ubicamos en una posición ex-céntrica (De Lauretis, 1993) descubriendo otros modos de narrar, y más profundamente otra posición discursiva, como momento necesario para subvertir ciertas prácticas cognoscitivas y vitales.