El presente trabajo indaga sobre una serie de intervenciones y contra-intervenciones en el espacio público platense, en el que se evidencia la disputa por los imaginarios y visualidades. Por un lado, reconocemos las consignas e iconografías propias de los movimientos sociales y feministas de las últimas décadas y por el otro, aquellas defendidas por el conjunto de las nuevas derechas, tanto en el marco internacional como local.
A partir de registros propios y de diversos colectivos locales realizados entre 2020 y 2022 indagaremos en las sucesivas pintadas e intervenciones gráficas que han vandalizado un corpus de murales de distintos colectivos locales en torno a temáticas feministas y de la disidencia sexual (Encuentro Plurinacional de MLTTBINB+, campaña por el aborto legal), desapariciones en democracia (Santiago Maldonado, Lichita en Paraguay) y causas de DDHH (abusos del Padre Lorenzo). Analizaremos qué enunciados e imágenes eligen como objeto de ataque y cómo estas intervenciones conforman una presencia visual y discursiva en el espacio público, característica de las nuevas derechas manifestantes.
Recorreremos algunas premisas en torno a las derechas manifestantes actuales (Camezzana & Capasso, 2023; Stefanoni, 2021; Sztulwark, 2019) para pensar de manera situada las particularidades de los colectivos locales, como la Fuerza Unidaria Argentina, autora de varias contra-intervenciones antes mencionadas. A partir de la historización de este grupo indagaremos en sus intervenciones culturales, no sólo la vandalización de murales ajenos sino también desde un activismo cultural que configura sus propias producciones, tanto redes sociales como en el espacio urbano desde el denominado Centro Cultural Kyle Rittenhouse (CCKR). De esta manera, veremos cómo las nuevas derechas manifestantes se posicionan no solo desde un contra-discurso frente a los movimientos sociales, de izquierda o feministas, sino también elaboran un aparato cultural situado que busca disputar la territorialización de los imaginarios, inscribiéndose en la denominada “batalla cultural".