El rock en general, y en particular el campo del rock argentino, es un creador de lazos, prácticas y formas de pensar. En esta comunicación haré hincapié en la figura del Indio Solari- entendiéndolo como una figura con relevancia y preponderancia dentro del campo artístico-, con el objetivo de indagar su trayectoria y cómo logró obtener una posición consolidada dentro del campo en cuestión. Para ello, me enfocaré en los discursos que pueden girar en torno a la figura de este artista y su obra, que considero ayudan a reforzar su legitimidad ya adquirida dentro del arte y del rock argentino. Mi análisis tendrá como base el documental “Piedra que late” (2013), dirigido por Julio Leiva y producido por Carlos Sanfelippo, en el cual se hace alusión al fenómeno ricotero con términos relacionados al carácter de lo religioso, como lo son los conceptos de: misa, peregrinación, evangelio, creencia, entre otros. Para ello introduciré en el presente trabajo algunas ideas relacionadas a la religiosidad popular, con el objetivo de dilucidar no solo el rol del Indio como artista legítimo, sino también el rol del público como creador de legitimidad. Es de suma importancia mencionar que esta comunicación es pensada y construida desde la perspectiva de la sociología del arte y los objetos visuales.
El Indio Solari -en tanto músico y artista- como también su obra y público conforman una expresión de intereses diversos, tensiones, conflictos y realidades entrecruzadas, que hacen del rock y de la obra del Indio un producto cultural y social en su totalidad. Se constituye como un mito, una mística. Hablar de comunidad en el caso del fenómeno ricotero no es solo hablar de un movimiento social, un fenómeno de masas, sino también de una creencia, que es tanto terrenal como divina, y que siendo una contradicción, se configura como un ritual. En el presente trabajo se intentará demostrar cómo, sin olvidar que el rock pertenece a la cultura de masas – y que por ende forma parte del sistema que gira en torno a la comercialización de los bienes, al cual el rock critica constantemente- los recitales funcionan como rituales con un contenido análogamente religioso en los que la “tribu ricotera” se celebra a sí misma y genera las propias condiciones para la continuidad, no solo de su identidad, sino también de la legitimidad del artista al que van a disfrutar.