Tener un propósito: ¿por qué desistimos de seguir delinquiendo?
- Roldan, Nahuel (UNLP-UNQ)
Los estudios sobre por qué las personas dejan de delinquir se han basado en una serie de perspectivas teóricas. Entre ellas se incluyen las teorías del control social informal (Sampson y Laub, 1993), las teorías generativas basadas en la fenomenología (Maruna, 2001), las teorías de la elección racional (Cusson y Pinsonneault, 1986), el aprendizaje social (Moffitt, 1993), las teorías psicosociales (Gadd y Farrall, 2004), el pensamiento existencialista (Farrall, 2005; Hunter, 2015) y las transformaciones cognitivas (Giordano et al., 2002), entre otras. Sin embargo, la mayoría de estas teorías se basan en ideas desarrolladas en Norteamérica (como los trabajos de Sampson y Laub, 1993; Giordano et al., 2002; Cusson y Pinsonneault, 1986, por ejemplo). Aunque hay mucho que elogiar en estos estudios, Estados Unidos tiene una historia económica, social y cultural diferente y unas instituciones distintas a las de muchas otras partes del mundo. El régimen de bienestar estadounidense está menos desarrollado que muchos europeos, por ejemplo, y los niveles de desigualdad económica en Estados Unidos son mucho mayores que en muchos países europeos. En la actualidad, se considera que estas teorías “compiten” entre sí (la revisión de Ezell y Cohen de las principales teorías sobre el desistimiento es un ejemplo de este enfoque, 2005). Sin embargo, de hecho, muchas de estas teorías a) comparten algunas similitudes entre sí (por ejemplo, el existencialismo, la fenomenología, las teorías psicosociales y las teorías de la transformación cognitiva) y b) pueden integrarse en una teoría global (Farrall et al., 2011, 2014). Lo que concluyo de todo esto es que, aunque disponemos de muchas explicaciones teóricas muy bien argumentadas sobre el desistimiento, dependemos excesivamente (o al menos lo hemos hecho en el pasado reciente) de un pequeño número de países tanto para su desarrollo como para su comprobación empírica.
Mi primera sugerencia, por tanto, es que en general necesitamos más estudios sobre el desistimiento tal y como se vive en otros países, culturas y sistemas de justicia penal. Por ejemplo, que yo sepa hay muy pocos estudios sobre el desistimiento en Francia o Italia. Algunos otros países europeos sólo cuentan con uno o dos estudios diferentes, y no existen estudios (tampoco que yo conozca) en países africanos ni en muchos sudamericanos, aparte del estudio de Villagra en Chile y el estudio de Bugnon sobre Brasil. Sin embargo, el simple hecho de engrosar esta base de conocimientos no será de gran ayuda a largo plazo, por muy bienvenido que sea, ya que si bien estos estudios podrían compararse en términos de algunos de los procesos generales de desistimiento, no son estrictamente comparables, porque los distintos investigadores inevitablemente operacionalizarán los términos clave de forma diferente, destacarán mecanismos distintos en los análisis, realizarán el trabajo de campo utilizando metodologías diferentes entre sí, diseñarán los estudios y reclutarán las muestras de forma diferente entre sí.