Mesa 36. Sociología de la experiencia escolar. Debates sobre la escuela secundaria y sus problemáticas contemporáneas

La experiencia desde los feminismos como prisma para pensar las experiencias escolares en las juventudes

  • Dragone, Martin (FaHCE-UNLP)
Resumen

Como parte de la crítica a los discursos objetivistas y neutrales de la investigación científica, las prácticas militantes y teóricas de los feminismos señalaron los sesgos androcéntricos, racionalistas y etnocéntricos que poblaban las academias y centros de investigación. También fueron puestos en cuestión las relaciones de poder respecto a quiénes pueden hacer ciencia, quienes dirigen y de qué modos se seleccionan los temas considerados relevantes (y cuáles prescindibles) para ser indagados. En ese camino, la revitalización y problematización del concepto de experiencia permitió dar cuenta de los profundos modos en que lo subjetivo se entrelaza y formatea temas, ideas, conceptos e incluso técnicas de investigación (Harding, 1996).
Los feminismos pusieron en el centro la forma diferencial y desigual en que las mujeres fueron habladas y objetivadas, en una separación de esferas sociales cuyo fundamento no era neutral, sino político. Hacer entrar las voces de mujeres y sus perspectivas se pensó como el primer paso para desestabilizar ese consenso cientificista con voz de varón, el sujeto trascendente. Por ello, hay que avanzar en situar esos conocimientos, encarnarlos en un cuerpo (Haraway, 1988).
Sin embargo, hubo otras voces feministas que señalaban el carácter esencialista de dicha caracterización, pensando que la conformación biológica de los géneros se traducía en formas de ver y pensar el mundo “naturalmente” diferentes. Así, se interrogó el estatuto mismo del discurso y la capacidad de representar la experiencia de las mujeres y otras identidades sexuales (Irigaray, 1978), en contextos de desigualdades de género profundas y que justificaban la división sexual del trabajo (científico). La experiencia es una producción social, que se explica a partir de los vínculos de poder, género, raciales y no puede ser el fundamento pre-discursivo que a veces se le asigna (De Lauretis, 1997; Scott, 2001).
¿Qué otras dimensiones de la vida en las escuelas nos permiten abordar y explicar las perspectivas anteriores? ¿De qué modos la experiencia escolar se resignifica, y adquiere nuevas energías para comprender mejor los vínculos al interior de las escuelas? ¿Qué sucede con las relaciones de poder, de desigualdad una vez que la experiencia se sexualiza? ¿Es la experiencia una categoría neutral, o por el contrario, está en el centro del sistema sexo-género y de sus producciones subyacentes?
Este trabajo se desprende de mi tesis de Maestría (aún en proceso de escritura), donde la categoría de experiencia tiene un lugar central para comprender las escenas, relaciones, vínculos relevados y las formas en que la sexualidades y géneros son una dimensión inescindible de la experiencia escolar y extra-escolar. Buscamos producir una reflexión que analice la categoría de experiencia escolar (y sus múltiples significados), para luego dar cuenta de las formas en que la experiencia fue tematizada en distintas corrientes feministas, en tanto una categoría problemática, productiva y fructífera para dar cuenta de los modos en que lxs jóvenes viven, sienten, y explican lo que experiencian cotidianamente.