Mesa 49: ¿Por qué Malvinas? Abordajes y perspectivas desde las Ciencias Sociales

La doctrina de seguridad nacional y sus efectos en la Guerra del Atlántico Sur de 1982.

  • Héctor D. Tessey - (Universidad de la Defensa Nacional)
Resumen

RESUMEN

El objetivo del artículo es analizar cómo una decisión política, en este caso la adopción de la Doctrina de Seguridad Nacional pudo haber tenido efectos en la guerra del Atlántico Sur, a través del planeamiento y en el empleo del instrumento militar.
Si bien transitaré un recorrido por el contexto, internacional y nacional, en el que se adoptó en nuestro país la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN- política exterior de los EE. UU. hacia América Latina previo a 1982, política de defensa nacional del período, doctrina militar argentina vigente entonces y una lectura del Informe Rattenbach), terminaré mi análisis en el menor nivel táctico, que es el que me ocupa desde distintos proyectos de investigación (Tessey, UNDEF 327/2018 y Tessey, en prensa), como forma de delimitar el campo de análisis/incidencia en aquella guerra y es donde puede estar una de las probables respuestas a la consigna pues refleja empíricamente tal influencia.
La dimensión bélica de la guerra de Malvinas fue prácticamente ignorada por las disciplinas académicas, y tratada con excesiva cautela por autores e instituciones militares. Esta dimensión es, tal vez, la más importante desde las que pueden evaluarse las influencias de las doctrinas sobre empleo y equipamiento de las FFAA. Desde mediados de los 1980s, las disciplinas sociales caracterizaron a las Fuerzas Armadas desde su función política y represiva, instaurando la visión del conflicto internacional como una improvisada decisión orientada a revertir la inexorable caída de la dictadura gobernante, y a resucitar la causa territorial para olvidar los crímenes de lesa humanidad (Cavarozzi 1986, Borón 1988, Lorenz 2006, Novaro y Palermo 2003). Fue ese, el enfoque dominante para interpretar lo ocurrido en el Atlántico Sur. Frente a ello, aquellos científicos sociales que decidieron incorporar la guerra al campo de la investigación empírica, ubicaron a sus objetos de conocimiento fuera y después del campo de batalla: las memorias de los ex conscriptos (Guber 2004, Lorenz 2006) y de la sociedad argentina en la posguerra (Guber 2001); la prensa en la generación de una cultura de guerra (Tato y Dalla Fontana 2020) y el trato que la sociedad civil y el Estado dispensaron a quienes regresaron de las islas y a los familiares de los caídos (Rodríguez 2015, Lorenz 2017, Chao 2015, 2021).
Innumerables conocimientos, rutinas, destrezas y frustraciones son ignorados cuando se esgrime alguna de estas caracterizaciones/acusaciones, y más aún cuando se las combina. Así, con la supuesta prueba de la derrota, las investigaciones académicas infieren que las FFAA, sólo estaban preparadas “para reprimir a civiles desarmados, no para enfrentar a un verdadero enemigo como Gran Bretaña”. Afirmaciones como esta constituyen una simplificación del oficio militar y de un hecho social extremadamente complejo como son las guerras. Suponiéndose sensibles a los contextos y a la historia, quienes así argumentan predican una esencia de lo castrense despojada de evidencia histórica y de especificidad. Este artículo discute estos abordajes, montados sobre el desconocimiento acerca de cómo se entrenan los profesionales militares para hacer la guerra, y cómo la hicieron cuando realmente ocurrió.