Imaginarios, pasados y vigentes, en torno a la murga formato uruguayo en los espacios del carnaval porteño.
- Cándida María Kamerbeek (Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires)
A fines de los años ‘90 las expresiones que habitaban el carnaval porteño eran múltiples y diversas. En los festejos públicos, impulsados por les vecines de la ciudad de Buenos Aires, se encontraban desde caporales andinos y comparsas de sikuris, hasta murgas porteñas y comparsas de candombe. Con la victoria popular que logró, mediante la Ordenanza 52.039, la patrimonialización de las actividades de las agrupaciones de carnaval, en el año 1997, se consolidó la Comisión de Carnaval como espacio regulatorio de los festejos y las agrupaciones participantes.
Unides por distintas prácticas carnavaleras, quienes intentaban construir y reivindicar los imaginarios del festejo, en tanto tiempo y espacio determinado, comenzaron a disputar por los escasos recursos otorgados por el Estado. Estas tensiones provocaron no sólo distanciamientos entre las expresiones implicadas, sino también la exclusión del festejo actual de las prácticas carnavaleras no hegemónicas de la ciudad. Un ejemplo concreto es el caso de la murga uruguaya, o con formato uruguayo.
Historizando el proceso, retomando diferentes investigadoras y distintos testimonios, logré identificar diferentes imaginarios construidos en torno a la murga uruguaya. Mientras que antes de la patrimonialización las murgas, sin importar sus formatos, apelaban a los mismos espacios y tiempos participando de los festejos públicos. En la actualidad las murgas con formato uruguayo, gracias a la exclusión provocada por la Comisión de Carnaval, impulsan como prioritarios otros tiempos y espacios. Esto me hizo comprender cómo, mediante la patrimonialización, se provocó un desfasaje de los imaginarios, una arritmia en la vida social vinculada a la fiesta.
Partiendo de un interés personal, que me posiciona como murguista y murguera, específicamente como percusionista de murga uruguaya y bailarina de murga porteña, me resulta pertinente historizar y analizar los impactos actuales que la patrimonialización del carnaval genera 25 años más tarde de su implementación. Si bien en mis inicios me consolidé como participante de los hechos y durante mis estudios académicos tomé a la observación como baluarte, ahora encuentro necesario ponerme en tensión mediante la observación-acción. Dado que en la actualidad el desmantelamiento del carnaval porteño pareciera ser una apuesta estatal, algo que avanza año a año y poco se problematiza por ‘la poca participación ciudadana’, encuentro necesario cuestionar la normativa estatal y las prácticas de la Comisión organizadora. Apostando a la construcción de políticas culturales que apelen al Buen Vivir, que construyan concepciones de desarrollo socioculturales que impulsen la diversidad que nos caracteriza como país latinoamericano, encuentro crucial retomar los imaginarios en torno al festejo y las murgas, para poder esbozar posibles sincronizidades y la construcción de agendas carnavaleras y sincrónicas.