La comercialización y capitalización del deporte como espectáculo, ha traído consigo una “fetichización” de la intervención psicológica, y una demanda de “eficacia” respecto de sus métodos comparados con las de las ciencias físicas aplicadas, y sus posibilidades de medición, monitoreo y resultado objetivo. Ese afán de eficacia representada en el logro del título, ha permitido la emergencia de prácticas “promesa” de éxito para el entrenamiento mental, como corriente renovada de condicionamiento, medición, apalancado en las “certezas” de las neurociencias respaldadas por el dato tecnológico y con pretensión de cientificidad psicológica; y otras prácticas orientadas por sujetos con capacidad de influenciar emocionalmente a los deportistas y grupos creando una ficción de eficacia: los coaching. y otras técnicas que apuestan por la sugestión y el apaciguamiento fisiológico como la meditación, mindfulness, entre otros. Propongo una reflexión crítica respecto de estas perspectivas positivistas y centradas en el condicionamiento para la obtención de un logro deportivo, poniendo algunas consideraciones éticas respecto del alcance y del deseo e involucramiento del deportista desde su subjetividad. Trato de interrogar los límites inherentes a la estructura de lo humano y a la creación de condiciones de acompañamiento de deportistas que contemple sus mociones íntimas que obstruyen el rendimiento deseado, más que el reforzamiento de imágenes fantaseadas desde el ideal cultural, que no expresa el drama estructural del sujeto; concientes de la imposibilidad de plenitud y completud en la estructura psíquica de lo humano, en tanto siempre que un deseo empuja, hay una falta que lo provoca.

Palabras clave: Psicología del deporte – Psicoanálisis – Ética - Estructura psíquica - Límites